Filosofía como muerte

 

Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.”1

 

 

Tenemos una visión del mundo gobernada por la literalidad de la perspectiva que llamamos científica, todo lo que se pueda considerar válido para más de un individuo deberá estar avalado por una correspondencia con la información del mundo que obtenemos de los sentidos y ,a su vez, estar avalada por algún método que tenga una forma de legitimar cómo un sistema de creencias se relacionan con el mundo de los hechos y la realidad, aunque sea en niveles que escapen a nuestras posibilidades sensibles. También esperamos que las creencias y métodos estén respaldados por personas que se han convertido en autoridades y estén trabajando en instituciones que otorgen sellos de garantía sobre todo lo que producen. Desde esta perspectiva nuestra aproximación con la filosofía antigua provocará un choque que nos podría impedir un verdadero intento de compenetración con lo que se consideraba filosofía en el mundo antiguo.

 

 

La perspectiva religiosa, para el hombre antiguo, era más que una visón que se mantenía por respeto a la diversidad y que cada quien habría de retener en la privacidad del hogar, era una genuina forma de comprender el mundo y a sí mismos, una forma de entender el lugar del hombre en el cosmos, así como su relación con todo aquello que los rodeaba y en lo cual estaban sumergidos. Lo que consideramos como el “mundo real” es en la antigüedad el mundo determinado por el devenir, aquél que siempre llegar a ser para alguien y en relación a algo, el mundo que siempre está llegando a ser, pero nunca es, un mundo que escapa a la estabilidad.2La realidad de este mundo que no es el verdadero ser, que no es la realidad ni lo verdaderamente bueno, participa de aquello de manera un tanto distante, es causado por la luz de la divinidad que lo llena y lo rige en el mundo visible; no hay mejor manera de entender como la divinidad nutre este mundo que con la relación simbólica que usa al Sol como imagen de la divinidad en el mundo sensible. Este mundo (el sensible) participa de lo verdadero al estar a la sombra de lo bueno y verdadero3, es, pues, lo que está en la sombra de la divinidad.

 

 

El hombre era entendido como un reflejo de la totalidad, así como el mundo estaba sumergido en el alma, el hombre en tanto cuerpo, era materia llenada, desbordada y gobernada por el alma. Su alma individual era en realidad un expresión particular de lo divino que gobernaba el mundo, pese a tener una expresión individual no estaba desligada del principio de movimiento de la totalidad. Así como el mundo, el hombre no tiene partes inconexas que están yuxtapuestas sin tener relación entre sí, sus sentidos se reportan a un centro y forman una imagen del mundo, sus afectos se mueven dentro de él e interactúan entre sí y con el mundo externo, se puede decir que el hombre vive a través del cuerpo, y lo que vive a través de algo será diferente a aquello que use para vivir, por tanto, al no haber otra opción, el alma usa al cuerpo del hombre y se manifiesta a través de éste. No somos más que un alma utilizando una herramienta.4

 

 

Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz.”5

El mundo con sus partes no difiere mucho de la analogía de la caverna. La materia es el receptáculo de la potencia divina, la primera que es obscura e informe necesita estar dirigida hacia la segunda que es formadora y luminosa, pues las sombras que residen en el fondo de la caverna no son sino la materia llenándose (en la medida de lo posible y por efecto distante) de las formas que la divinidad coloca sobre ésta, llenándola, de alguna manera, de vida. Contemplando esta visión, el hombre que se descubre como un espejo del mundo descubre que lo que reconoce como un “yo”, en lo más literal de su percepción, no es más que la materia de la que se sirve el alma para manifestar sus formas, un recipiente que expresa las evoluciones que le imprimen las potencias divinas, así como una herramienta a través de la cual la divinidad muestra una parte de sí en los lugares más obscuros e informes del cosmos. Este conocimiento le revelaba al hombre antiguo lo miserable de su condición, es un ser(o expresión de lo que verdaderamente es) que vive en una cápsula limitada, obscura, volcado hacia el lado opuesto de aquél origen de formas y vida6.Pero tal conocimiento es también el inicio del cuidado de sí mismo, al saber lo precario de su condición también descubre las posibilidades de su naturaleza: expresa divinidad, puede volcarse hacia aquello que lo usa. Recordando la nobleza de su origen7 descubre cuál es su mejor destino y lo que puede hacer para alcanzarlo: conocerse a sí mismo y volcarse hacia la potencia divina.8

 

 

El conocimiento es una transformación del hombre respecto de su condición al nacer o encarnar. El hombre como expresión encarnada del alma es una herramienta, pero si es alma, para poder conocerse a sí mismo el hombre debe redirigirse hacia el origen de su movimiento, belleza. Cual efecto de la divinidad, para poder conocer, el hombre no puede permanecer en la misma posición en que ha estado desde que nació, pues eso equivaldría a simplemente hablar de las sombras que están en el mundo9.¿De qué le serviría al hombre descubrir su posición el mundo si simplemente no hará algo? El discurso filosófico es una guía que le muestra al hombre aspectos de su naturaleza, sin discurrir, el hombre no obtiene nociones de lo que es ni se le revela cómo ha vivido, pero a su vez el discurso filosófico tiene un límite. Donde el discurso simplemente no puede avanzar más (pues su propósito simplemente es mostrar), empienza (o se hace más evidente) el compromiso de aquél que se ha iniciado (ya sea por cuenta propia o voluntad divina) en el conocimiento10. Si la justicia es un principio que está fuera de la caverna y desde ahí actúa manifestándose en el mundo, aquél que desea conocerla debe tornarse hacia la justicia, dicho de otra forma, para que el discurso lleve auténticamente hacia el conocimiento de la justicia aquel que conoce tiene la responsabilidad de intentar vivir justamente. En este punto se presenta la trampa de la ignorancia: si sólo discurrimos sin buscar el objeto del conocimiento, podremos creer conocer aquello que buscamos, pero caeremos en la trampa de creer conocer lo que se ignora; si, por el contrario, nuestros discursos nos revelan que carecemos de aquello que buscamos conocer, entonces tendremos la prudencia de saber que ignoramos y no creeremos conocer lo que no sabemos11. El ejercicio en el saber, el ejercicio de la filosofía, no era únicamente un trabajo de elaboración teórica, era una acción indisoluble de la vida práctica que implicaba una transformación ética. El hombre no sólo elaboraba discursos sobre lo que pensaba del mundo, dedicaba su vida a buscar aquello que era objeto de su amor.

 

 

Cuando el hombre se torna desde su naturaleza corpórea hacia los principios divinos, ocurre como aquél ojo que se ve a sí mismo en los ojos de otro12: el alma se ve a sí misma, pero aspirando a lograr contemplarse en el espejo de la divinidad.13Es la divinidad con su naturaleza diáfana la que le revelará su propia naturaleza y le servirá de confirmación de que su vida ha sido arrebata por la filosofía, pues el contemplarse dentro de las posibilidades divinas, hasta el grado de entender lo poco valiosa que era su condición pasada, requiere un abandono de la forma de vida, un alejamiento de los placeres que se consideraban más altos, es una abandono de la condición humana en un intento de asemejarse lo más posible a la divinidad. Alcanzar los principios divinos toma como precio el abandono de lo que se podría considerar como la existencia humana, no le es lícito al hombre mantener su forma pobre e impura frente a lo divino. La filosofía es una forma de vida que llega a ser pesada, la salida de la caverna no es una travesía tranquila llena de placeres, es desligamiento de los placeres de la vida en la búsqueda del mayor bien que se puede alcanzar en esta vida, estar totalmente tornado hacia las potencias divinas.

 

 

La búsqueda del conocimiento, al incluir una transformación de la forma de vida, hace que la filosofía no esté limitada a nociones de innovación, autoría o fama como autor. En las tradiciones de las escuelas antiguas donde ya se iniciaba el neoplatonismo, los autores no se concentraban tanto en una elaboración de “nuevos” sistemas filosóficos o en la fundación de los propios textos, sino que se inició una tradición de exégesis de los textos de los grandes autores. Había una tradición a la cual se consideraba como estructura del desarrollo filosófico. La aproximación a los textos estaba pensada para seguir un itinerario de desarrollo ético, se comenzaban con los textos de temas fundamentalmente éticos (para iniciar una purificación del alma), se continuaba con la física para iniciar el conocimiento de las causas del mundo y así poder pasar las realidades incorpóreas, siendo la metafísica un tipo de coronación que buscaba acceder a la contemplación de Dios14. Incluso aunque sólo se comentaran textos, el análisis de los mismos cobraba sentido cuando el trabajo sobre la tradición le revelaba al estudiante su compromiso ético15, sin importar que la filosofía se presentara de una nueva forma, permanecía el compromiso que implica el amor por la sabiduría.

 

 

[…] ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos ?¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y “preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre” o soportar cualquier otra cosa, antes de volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida”16

Lo haya buscado por voluntad propia o le haya sido impuesto por voluntad divina, el arrebato del hombre por la filosofía le impone tanto una responsabilidad como un cambio. Pues como el hombre que es sacado por la fuerza de la caverna, al volver, no le es lícito juzgar su contexto ni a sus compañeros de la misma manera que lo hacía antes ya que, de hecho, el no será juzgado de la misma manera. Cuando se enfrente a los vicios que habitan en él y lo seducen, lo que se espera de él será mayor que lo que algún hombre común no iniciado que aún permanezca ignorante respecto de su propia condición pueda hacer. El que se ejercita en la filosofía se convierte él mismo en una puerta de acceso hacia el amor por la sabiduría, su relación con los hombres también se ve transformada, debe, cuando el Dios se lo permita, incitar a otros a la búsqueda de la virtud y la sabiduría. La filosofía no es un ejercicio que aleje a los hombres de la humanidad, al contrario, los acerca más al llevarlos hacia el conocimiento más profundo de las esencias que se manifiestan y conforman la naturaleza humana. Dicho de otra forma, puede que su compromiso lo lleve a convertirse en un partero de almas, cuyo trabajo consista en mostrar a los hombres su ignorancia para que así se vuelvan tierra fértil para ese amor que los arrebatará de su condición presente y los dirigirá hacia una nueva existencia. La responsabilidad que viene con la filosofía le exige al amante del conocimiento un abandono de todo lo que creía ser, un constante autoexamen para conocerse y arrancarse de su condición presente y así poder ser arrastrado hacia lo divino y simple. La filosofía es un abandono de vida, una preparación para la muerte cuyo regalo es abandonar en lo más posible aquella existencia particular para poder estar lo más cerca posible de aquella verdadera esencia cuya simpleza impide que un hombre se reconozca como un yo diferente de Ella. El amor a el conocimiento mata a el hombre para que lo amado pueda tomar lo divino de él e integrarlo en sí. El hombre da su vida para integrarse a su amada: la fuente de la sabiduría.

 

1Platón, República, 516 b-c

 2Platón, Teeteto, 156a-157d

 3Cf. Giordano Bruno, Las sombras de las ideas, p. 39

4Cf. Platón, Alcibíades I, 129e-133a

 5Platón, República, 514a

 6Cf. Plotino, Enéada, V ,I 1 20-25

7Cf. Ibid, V, I 1-5

 8Platón, Alcibíades I, 133b ,128d-e, 130e-131a

9Cf, Platón, República, 515b-516d

10Cf. Pierre Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, p.181

 11Cf. Platón, Alcibíades I, 117e

 12Cf. Ibid 133b

 13Cf. Ibidem

14Cf. Pierre Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, p.171

 15Cf. Ibid, p.17

 16Platón, República, 516 d

Bruno, Giordano. Las sombras de las ideas. Prólogo de Eduardo Vinatea, Traducción de Jordi Raventós. Madrid, SIRUELA, 2009.

Hadot, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua?. Traducción de Eliane Cazenave Tapie Isoard. México, Fondo de Cultura Económica, 1998.

Platón. Diálogos IV. República. Introducción, traducción y notas de Conrado Eggers Lan. Madrid, Gredos, 1988.

Platón. Diálogos V. Parménides, Teeteto, Sofista, Político. Introducción, traducción y notas de Isabel Santa Cruz, Álvaro Vallejo Campos et. al. Madrid, Gredos, 1988.

Platón. DIálogos VII. Dudosos, apócrifos, cartas. Introducción, traducción y notas de Juan Zaragoza et al. Madrid, Gredos, 1981.

Penitente.

Image

El hombre es ante todo un hacedor de imágenes, y nuestra sustancia psíquica se compone de imágenes; nuestro ser es un ser imaginal, una existencia en la imaginación. Somos verdaderamente la materia de la que están hechos los sueños.”1

Estando en el mundo nos formamos una idea sobre él, tenemos imágenes de lo que hemos vivido durante el desarrollo de nuestra vida y se nos van presentando nuevas ideas mientras nos movemos dentro de éste. Nosotros ponemos una intención, miramos hacia ciertos lados, nos acercamos a determinadas personas y actuamos sobre ciertas cosas, a su vez, el entorno responde enviando una respuesta, un movimiento, ya sea la luz o el sonido o algún otro efecto capaz de estimular nuestros sentidos, como si a todo hacia lo que dirigimos nuestra atención buscara entablar un diálogo con nosotros. De tal manera, nuestra relación con el mundo parece ser, como la plantea Platón, una interacción mediada, donde lo que percibimos es el choque de nuestra intención con los movimientos que el entorno lanza hacia nosotros, en suma lo que percibimos de lo que nos rodea es una realidad intermedia que se genera específicamente para cada uno de nosotros2. Esta realidad intermedia es la imagen que nos formamos del mundo, es el resultado de la concatenación de los sentidos en nuestra facultad de representar. La imagen que nos conecta con el entorno es el producto acabado del espíriturepresentativo3. Este espíritu o facultad representativa es el sentido de los sentidos4,pues es en este donde la fantasía, a través de la información sensible, genera la realidad intermedia o la imagen que nos conecta con el mundo y a partir de la cual se sostienen nuestros pensamientos.

La forma en que nos relacionamos con el mundo (en el sentido fuerte de todo aquél Universo que con sus infinitas partes se presenta frente a nosotros) corresponde a la disposición que se tenga respecto de las imágenes que se nos presentan; nuestra acción en la vida está determinada por la forma en que hacemos frente a los productos de nuestra fantasía . Tal condición nos la marca Platón en la alegoría de la caverna:

Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna[…]En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados,de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos[…]”5.

La alegoría platónica nos muestra el desarrollo de la conciencia (entendiendo ésta como: nuestra capacidad de acción limitada según concibamos el mundo). El hombre que vive en el fondo de la caverna no desarrolla su vida de igual manera que aquél que ha sido arrebatado de su antigua forma de ver el mundo para padecer el ascenso hacia el exterior. Aquél hombre que sufre el proceso de salida de la caverna se enfrenta a una nueva imagen que de una manera violenta irrumpe en su pensamiento rompiendo con todo aquello que él creía como verdadero y que tal vez aún se aferra por considerarlo como tal; a él se le presenta el aspecto psicológico de la vida, las conexiones entre la vida y el alma (que están mediadas por la fantasía) lo arrebatan hacia una nueva perspectiva, transforman su forma de concebir el Universo, e indudablemente, su acción ya no estará sujeta a los límites que antaño la constreñían. La alegoría platónica revela que el alma, como dice Hillman6, antes de ser considerada como una sustancia o entidad, debe ser entendida como una perspectiva, una visión (por tanto es inseparable de la fantasía) que convierte nuestras impresiones en vivencias, que nos anima (antes que un compromiso ontológico, de ella depende nuestra acción dentro del mundo, y sólo lo que tiene alma puede producir algún efecto),y que el reconocer la naturaleza de nuestra condición humana es el punto base para hacer alma7.

En el proceso de transformación de la conciencia acontece un choque de imágenes, un encuentro entre diferentes formas de imaginar el mundo, donde una se muestra contraria a la otra. Es por eso que las “peores imágenes”; todas aquellas que se nos muestras como grotescas, enfermizas, las más inquietantes y repulsivas, son las que resultan mejores, pues son éstas las que amenazan las concepciones que tenemos sobre el mundo, las otras personas e incluso sobre nosotros mismos8. Esta posibilidad de reconocer que la forma en que somos imaginados dentro del Universo es una de varias formas posibles, así como el reconocimiento de que nuestra relación con la fantasía determina las acciones de nuestra vida, nos afronta con una responsabilidad donde la descalificación de todo lo grotesco es insuficiente como una vía legítima de justificación de nuestra forma de imaginar el mundo, pues así como a aquél hombre que sufrió el proceso de salida de la caverna, ya no nos es lícito comportarnos como aquellos que no han transformado su perspectiva

Otro problema que sale al encuentro al aceptar que nuestra forma de imaginar el mundo es una opción de varias, es la falta de parámetros para otorgar el asentimiento a una forma determinada de contemplar el Universo. La razón objetiva no puede funcionar,pues la fantasía es analítica, alegoría, se escapa de una reducción causa-efecto en la que siempre podemos definir el origen lógico de un suceso. Es más, la visión de un mundo racional con materia muerta que está sometida a la voluntad humana, donde la razón objetiva es capaz de explicar y definir cualquier aspecto del hombre y el Universo, se presenta como una forma de imaginar el mundo. La propia razón cae dentro del dominio de la fantasía, más que ser una unidad que desde fuera puede medir y constreñir a la imaginación, se muestra como la fantasía es el espacio donde se soporta la propia razón. Enfrentamos una arbitrariedad del juicio frente a la elección de asentir a una forma de imaginar el mundo; llegamos a un terreno donde la razón encuentra sus límites.

“[..]y Eros , que es entre los inmortales dioses bellísimo, que desata los miembros, y de todos los dioses y hombres domeña la mente y la voluntad prudente, en el pecho”9

Llegando al punto donde los esquemas conocidos que nos daban estabilidad han perdido su eficacia, nos sumimos en un estado de vértigo y desconcierto, justo como el hombre que al salir de la caverna queda cegado y el miedo le infunde el pensamiento de volver a su antigua vida. En tal estado es cuando se presenta la posibilidad de descubrir el guía que dirige la fantasía , y por el cual, ésta se conecta con nosotros. Durante el análisis de la fantasía se muestra que la imagen nos afecta, se presenta independiente de nosotros e incluso nos confronta, actúa como si estuviera viva, incluso en virtud de su belleza, repulsión y efectos que ejerce sobre nosotros, podemos asegurar que la imagen está animada;la imagen tiene alma.10 Estas manifestaciones de la fantasía , donde parece actuar por sí misma y sola11, son, como dice Hillman, las enseñanzas de psique para el hombre, de las que la primera que se muestra es su autonomía de nuestras formas de experimentar el mundo, muestra su autonomía respecto del yo12. Su segunda enseñanza es el amor, pues es a través de él que psique viene a la vida.13, aunque, como Hillman reconoce, es posible que amar venga antes.

Es en el estado de informidad, confusión y vértigo donde podemos encontrarnos con Eros, ya que esos son su dominios, como lo afirma Ficinio14; Eros vive en el caos, en el mundo informe15. Es en el estado de informidad16 cuando el hombre se asemeja lo más posible a aquellos tres mundos que en un inicio fueron tres caos, y como aquellos siente como un arrebato, un cierto deseo innato lo arrastra y dirige, lo guía hacia aquella fuente que es la causa eficiente de todo el Universo, para que así sea infundido como por un rayo y se llene de formas nuevas17. Eros y Psique están unidos, y durante la manifestación de sus procesos le enseñan al hombre que él es un reflejo de los complejos procesos y evoluciones de los que padece el mundo, así como se le revela su condición de efecto y circunstancia de lo real. El vértigo frente a las posibilidades que le presentan, revelan lo indefinido de su naturaleza, su incapacidad de mantenerse inmutable. Antes de todo, se enseña al hombre que en la fantasía el amor es su guía, pues es Eros el que conecta los ámbitos18 del mundo. Es Eros quien desata los miembros del hombre y lo arroja hacia el desconcertante, doloroso y confuso ascenso hacia el exterior de la caverna, causándole vértigo y despojándolo de su forma antigua. Pero lo más importante, el Amor le demuestra a el hombre que él es un reflejo del mundo y que actuará en él de la misma forma que lo hizo en el Universo: desde el nacimiento atrae y conduce las mentes deformes a una mente hermosa: “Tal es la condición del amor, que rapta las cosas para la belleza y une lo deforme a lo hermoso.”19

El hombre que es arrebatado de su vida por el delirio, como si lo traspasara el destino y lo enjuiciará por su forma de vida, es presentado ante del mundo y se le enseña, como a aquel Adán que nos narra Pico, que su naturaleza no tiene en sí ni un lugar ni una forma determinada, a la vez que se le asigna la responsabilidad que implica el que su forma pueda cambiar según su ánimo, según su arbitrio, según su disposición frente al mundo20. Es como aquél hombre que salió de la caverna, el cual descubre que el arrebato del delirio tiene como objetivo transformar la disposición de su alma, pues así como al ojo ciego no se le puede infundir la visión, sino que necesita que todo el cuerpo se torne hacia la luz para poder cambiar lo que ve21, el hombre necesita, para transformar su forma, dirigir su conciencia hacia un nuevo lugar, pero para ello necesita de la fantasía que conecta con el alma, pues así como el ojo está en el cuerpo, la conciencia se sostiene de la fantasía y del alma. Este hombre, aunque se niegue a la transformación de su conciencia, nunca podrá permanecer inmutable negando su naturaleza, pues a aquél que se le ha enseñado algo de lo divino no le es lícito comportarse como un ignorante22. El hombre que recibió el juicio recibe como regalo una nueva posibilidad de Re-imaginarse a sí mismo, así como la sentencia que canta su posibilidad, deuda y castigo:

Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte, según tu ánimo, en las realidades superiores que son divinas.”23

Cuán admirable será tu obra, si sigues la obra de ambas naturalezas; si, sin embargo, te comportas con estulticia y erróneamente, al contrario, te llenarás de una confusísima calígine, que llaman sombra de muerte.”24

Existe un grabado de Durero llamado El penitente, en éste se muestra un hombre de rodillas frente a un altar mientras se flagela a sí mismo con un látigo. Sin embargo, la imagen dista de ser violenta. Aquel hombre más que furioso se ve cansado e incluso esperanzado. Esta imagen evoca el proceso de transformación de la conciencia, representado a un hombre que el destino atraviesa como si fuera una lanza,presentándolo ante los dioses para ejecutar su enjuiciamiento, sacándolo de lo cotidiano de su vida y reprochando la forma a la que se ha obstinado a mantener; es así como el arrepentimiento por su forma de ver el mundo se convierte en el motor de su transformación. El penitente es un hombre entregado al delirio erótico y , en virtud del amor que lo arrebata, es infundado de la fuerza de la esperanza, confiando así, más en el futuro que en el propio tiempo presente25, a la vez que gana la entereza de secundar el acto divino.

El grabado muestra la acción de la trinidad divina constituida por Palas, Vulcano y Marte26 sobre la vida humana. También nos enseña como esta trinidad es asistida por Dionisio, pues es él quien con su deliro despedaza la vieja forma del hombre para hacerlo materia fértil para que el Poderoso Vulcano forje y precipité hacia su nacimiento, a la vez que la violencia marcial hereda en aquella forja parte de la estructura anterior; al terminar la divina Palas presenta en Universo la nueva forja, y así el intelecto universal que todo lo llena e ilumina el universo27 hará germinar de la nueva estructura una diferente semilla.

El penitente sintetiza la forma de transformación a la que está sujeta la conciencia humana, muestra la fuerza con la que el alma del mundo actúa sobre nosotros y nos revela el amor como unión de las diferentes instancias del Universo; todo esto a la vez que nos remarca la condición indeterminada de la vida humana y nos infunde la esperanza de la nueva forma, sin olvidar que aquella nueva forma, algún momento, tendrá que ser forjada de nuevo, recorriendo los dos lados de la transformación: la fuerza titánica que separa lo uno en lo múltiple y la fuerza apolínea que reúne lo múltiple en lo uno28. De todo este proceso  la vida del hombre se sostiene.

Penitente o Rey David haciendo penitencia

1James Hillman, Re-imaginar la psiclogía. p.92

2Platón, Teeteto, 153e-154a

3Cf. Sinesio, Himnos, Tratados ,“Sobre los sueños”, 135d-136a

4Cf. Ibid, 136a-b

5Platón, República, 514a

6Cf. James Hillman, op.cit., p.37

7Cf. Ibid, p.p. 37-38

8Cf. Ibid.,p.68

9Hesíodo, Teogonía,p.p. 4-5

10Cf. Giordano Bruno, De la causa, principio y uno, “Diálogo segundo”, p.71

11Cf. Sinesio, op.cit, 137c

12Cf. James Hillman, op.cit.,p.p.127-128

13Cf, Ibidem

14Cf. Marsilio Ficino, De Amore, p 10

15Cf. Ibiddem

16Estado que sucede cuando el hombre encuentra los límites de la razón y de todas sus formas de ver el mundo.

17Cf. Ficino op.cit, p.11 y Giordano Bruno, op.cit, p.p. 65-68

18Cf. Ficino, op.cit., pp.10-12 y Giordano Bruno, El sello de los sellos, p.p. 14-15

19Marsilio Ficino, op.cit, p.12

20Giovanni Pico Della Mirandola, Discurso sobre la dignidad del hombre, p.14

21Cf. Platón, República, 518b-c

22Cf. Eurípides, Helena,915-920

23Giovanni Pico, loc.cit.

24Giordano Bruno, El sello de los sellos, p.p. 2-4

25Cf. Sinesio, op.cit. 146b

26Cf. Giordano Bruno, El sello de los sellos, p.p. 2-4

27Cf. Giordano Bruno, De la causa, principio y uno, “Diálogo segundo”, p.p. 65-66

28Cf. Giovanni Pico, op cit. p.23

Bibliografía

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